domingo, 12 de febrero de 2012

Visita a El Plomo 2012

Demoré el relato de mi experiencia en mi visita a El Plomo, porque quiero mayor intimidad e independencia y a la vez llegar más abiertamente a un navegador eventual.

Van mis saludos para quienes me acompañaron en el espíritu. Y me sentí muy conectado con Matías, por ejemplo, y con León. El día sábado 4, cuando debía subir a la cumbre, Matías se me apareció en un sueño hacia el final de la mañana, antes de levantarnos. En Europa ya es casi mediodía. Por ese cariño y preocupación, dedico estas líneas a mi amigo de Suecia. León, mi hijo pequeño, no me aflojó el recuerdo. Y sólo el enorme esfuerzo realizado durante las caminatas, logró dejar en silencio mi mente y me perdí en la inmensidad.
Comenzamos a caminar desde Valle Nevado, una subida de cerro de 3 horas hasta el fin de la civilización. Nada grato, pero se acepta con humildad.

Largo sendero pedregoso, bello paisaje de cumbres altas y frías.

El cañadón del Cepo se acerca. Todavía falta para Piedra Numerada, un poco más allá...

El coloso de El Plomo se entornaba y asomaba entre las nubes misteriosas...

Aquí nos quedamos. Desde aquí se ve ya el camino hacia la cumbre...


Por aquí es la cosa...

También hubo días límpidos que invitaban a subir.

Hicimos un rincón del Tibet y un Santuario...

Y convivimos con algunos de sus habitantes. Mágicos son estos seres que hacen una vida en este entorno mínimo y frugal...








O esta flor...

Y un carancho, que trajo un día a su pareja y ésta no se dejo arrastrar hasta donde comían los humanos.


 Les digo adios con este lagartillo que ya le perdió el miedo a los humanos y se te acerca mientras comes en algún roquerío.

A ver si el próximo año estamos en buenas condiciones y nos atrevemos a subir, a pesar de la altura y el frío, para no mencionar a todos los habitantes del lugar, visibles e invisibles.